Él soñaba constantemente que arrojaba a su novia a las vías del tren y que veía cómo sólo quedaban sus tiernas zapatillas bañadas en sangre en los toscos rieles.
Una y otra vez soñaba con eso, ya le estaba preocupando demasiado.
Entonces se lo contó a ella, temeroso de que lo creyera loco, le dijo:
“¡mi amor, figúrate! he soñado que estamos tú y yo solos en la estación del tren y que cuando pasa el tren te empujo a la vía”
La muchacha no contestó nada pero al otro día que estuvieron en la estación del tren y se quedaron solos, sin poder tolerar la presión de aquella confesión, lo arrojó a los rieles por temor a que él lo hiciera primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario