El muerto fue a comprarse ropa, necesitaba algo para aparentar que “estaba lleno de vida”; escogió una camisa rojo brillante, gafas de las más modernas y unos zapatos del diseñador de moda más famoso del planeta.
Cuando llegó con su novia (que estaba viva) ésta le dijo:
“No sé, algo cambió en ti, estás diferente, es que…me gustan los chicos sombríos, aletargados y absurdos…algo agonizantes….son tan atractivos e interesantes; que te has hecho, Federico?“ El muerto, iracundo, rompió con ella y lamentó el dinero que había gastado a causa de la ingrata muchacha necrófila.
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